La bucólica región de Cantons-de-l’Est, al sur de Quebec y cubierta de viñedos, tiene un mensaje para los estadounidenses: vengan a darse un abrazo.
El 26 de mayo, la oficina de turismo de la región publicó un video promocional en el que se ve a un turista anglófono que ite tímidamente ser estadounidense y recibe un fuerte abrazo de la recepcionista de un hotel francófono.
Forma parte de una campaña publicitaria de 150.000 dólares canadienses (US$ 109.000), programada para el inicio de la temporada de viajes de verano y dirigida a los turistas estadounidenses. Isabelle Charlebois, directora general de Turismo de Cantons-de-l’Est, declaró que el video pretende asegurar a los visitantes estadounidenses que “no solo se les espera este verano, sino que son realmente bienvenidos”.
Si los viajeros necesitan ese estímulo, quizá sea porque en medio de una guerra comercial y crecientes tensiones algunos se preguntan si es el momento adecuado para visitar Canadá.
“Cuando nuestro Gobierno empiece a hablar de convertir a Canadá en el Estado número 51, podría entender que la patrulla fronteriza canadiense sometiera a los estadounidenses a un escrutinio adicional”, dijo Brian Kirchhoff, de Middlebury, en Vermont.
Kirchhoff, que tiene previsto visitar Montreal el mes que viene para asistir al Gran Premio de Canadá, teme que la creciente retórica de la Casa Blanca tenga repercusiones para los estadounidenses que viajen al extranjero. “No sé qué actitud se adoptará a medida que se desarrolle la situación”, dijo.
Melissa Curtin McDavitt, asesora de viajes de Fora Travel en Los Ángeles, California, se sorprendió cuando sus clientes, preocupados por la política, cancelaron un viaje de amigas a Quebec, una de las ciudades más seguras de Canadá.
“Me quedé estupefacta”, dice. “En plan, ‘¿estás segura?’”.
Otros viajeros estadounidenses han acudido a los foros de redes sociales para pedir a los canadienses que opinen directamente. “No queremos crear problemas”, escribió un estadounidense en Reddit. “¿Es apropiado que vayamos de visita?”.
Andrew Siegwart, presidente y CEO de la Asociación de la Industria Turística de Ontario (TIAO, por sus siglas en inglés), dijo que los canadienses que trabajan en hoteles, resorts y otros destinos turísticos están escuchando preocupaciones similares de estadounidenses que se preguntan si deberían cancelar sus planes.
“Nuestros y operadores de toda la provincia están recibiendo este tipo de preguntas”, dijo Siegwart. “¿Va a ser fácil cruzar la frontera? ¿Vamos a ser realmente bienvenidos?”.
De “codos arriba” a “brazos abiertos”
Estas dudas podrían tener un gran impacto económico en Canadá, donde los estadounidenses representaron casi el 79 % de las visitas internacionales en el tercer trimestre del año pasado. Los viajeros estadounidenses gastaron US$ 6.600 millones en el mismo periodo, según la oficina nacional de estadística de Canadá.
“El mercado estadounidense es una parte muy fuerte de la economía”, afirmó Siegwart, quien señaló que, a medida que se acerca la temporada alta de viajes, le preocupa la ralentización de los viajes transfronterizos. Los viajes de residentes estadounidenses a Canadá cayeron tanto en febrero como en marzo, los primeros descensos mensuales interanuales desde 2021.
Alrededor de un tercio de los de la TIAO han informado de una reducción de las reservas de la temporada de verano por parte de viajeros estadounidenses en comparación con el mismo periodo de 2024, dijo Siegwart.
“Estamos preocupados por los impactos de la disputa comercial en los planes de viaje de nuestros vecinos estadounidenses”, dijo.
Al igual que sus homólogos de Cantons-de-l’Est, los del sector turístico de Ontario invitan a los estadounidenses a visitar la región y les aseguran que los recibirán con los brazos abiertos.
“Realmente tenemos los brazos abiertos al mundo y a nuestros visitantes estadounidenses”, dijo Siegwart, utilizando un eslogan que se inspira en el lema “codos arriba” que es un grito de guerra para la resistencia canadiense a los aranceles de Trump. “He oído hablar de varios destinos en Ontario que planean desplegar realmente la alfombra de bienvenida”.
En el oeste de Canadá, un grupo de operadores turísticos especializados en el avistamiento de osos pardos lanza este mes la campaña “¡Eh, vecino!”, en la que pequeños empresarios hablan directamente a los estadounidenses.
“Hemos oído sus preguntas aquí en la Columbia Británica. Se preguntan si siguen siendo bienvenidos”, empieza el video. “Vengan. Siempre son bienvenidos”.
Otros destinos de Canadá atraen a los viajeros estadounidenses recordándoles que sus presupuestos van más allá de la frontera. El 28 de abril, Tourisme Montreal lanzó la campaña “estire su dólar” con un indicador en tiempo real del tipo de cambio entre la moneda estadounidense y la canadiense, que actualmente es muy favorable para los estadounidenses.
“En Montreal tenemos el privilegio de mantener lazos históricos, culturales y geográficos con Estados Unidos. Esta es solo una manera de fomentar que eso continúe”, dijo la portavoz de Tourisme Montreal, Aurélie de Blois. “Los montrealeses son conocidos por ser cálidos, acogedores y de espíritu abierto, y eso no va a cambiar”.
¿Y los canadienses del día a día?
Un escéptico podría señalar que los representantes del turismo tienen un gran interés en convencer a los estadounidenses de que los canadienses todavía les quieren cerca. Las campañas publicitarias no siempre reflejan el sentir popular, y está claro que los acontecimientos nacionales han causado un enfado generalizado en Canadá.
Casi dos tercios de los canadienses ven ahora a Estados Unidos como un país “hostil” o “enemigo”, según una encuesta de YouGov del mes pasado; la misma encuesta reveló que el 61 % boicotea a las empresas estadounidenses. Este invierno, los aficionados canadienses a los partidos de la NHL y la NBA abuchearon el himno nacional estadounidense.
Pero el creciente orgullo canadiense en realidad no es hostil a los propios estadounidenses, aseguró Jessica Langer Kapalka, copropietaria del bar Grizzly de Toronto, con temática de Canadá. (Su lema: el bar y asador más canadiense de Canadá).
“Recibimos a los estadounidenses siempre que respeten nuestra soberanía y nuestra cultura. No somos antiestadounidenses, sino procanadienses”, señaló Kapalka.
En el Grizzly Bar, visitantes de todas las nacionalidades pueden degustar la cerveza Molson y poutine de alce en un espacio decorado con retratos de grandes canadienses, desde Celine Dion a David Suzuki.
Muchos canadienses del día a día dicen que no tienen intención de descargar sus frustraciones políticas en los visitantes, y algunos van más allá para ser amables.
En febrero, el tiktoker canadiense Tod Maffin publicó una invitación abierta a los estadounidenses que apoyan a Canadá para que visitaran Nanaimo, su ciudad natal en la isla de Vancouver. El 26 de abril, unas 500 personas aceptaron la invitación, se reunieron para hacerse fotos de grupo con el alcalde en el parque Maffeo Sutton y mordisquearon el postre homónimo de la ciudad: barritas Nanaimo.
“Me llenó el corazón”, dijo Maffin. “En lo que respecta a los estadounidenses de a pie, nada ha cambiado en la relación, el amor y el parentesco que los canadienses sienten con la gente del otro lado de la frontera”.
Las respuestas a las ansiosas preguntas de los estadounidenses en las redes sociales también han sido en gran medida amistosas. Repitiendo un tema recurrente, un cartel sugería a los estadounidenses que vinieran, pero que fueran sensibles: “Dejen las bromas sobre el estado 51 y serán bienvenidos con los brazos abiertos. Diviértanse, disfruten de este hermoso país”.
En respuesta al estadounidense que preguntó en Reddit si es “apropiado” visitarlo, Blake Smith, de Kitchener (Ontario), respondió que incluso los canadienses frustrados con la política estadounidense no tienen ningún problema con los estadounidenses como personas. En una reciente llamada telefónica, subrayó esa perspectiva.
“Creo que al canadiense promedio le gusta juzgar a los individuos por sí mismos, por su propio mérito… no como un republicano rojo profundo MAGA o un demócrata azul”, dijo, y luego hizo su propia invitación.
Indicó que espera que los estadounidenses que decidan ir de vacaciones a Canadá puedan tomárselo como un descanso de la actualidad. En Canadá, señaló, todavía se considera de mala educación hablar demasiado de política.
“Dejen sus problemas en casa. Apaga la parte de tu cerebro que está condenada a desplazarse”, dijo. “La mayoría de la gente aquí solo quiere llevarse bien”.