
El presidente de Colombia Gustavo Petro en el Centro de Eventos Valle Del Pacífico el 20 de octubre de 2024 en Cali, Colombia. Gabriel Aponte/Getty Images
Un enfrentamiento diplomático latente sobre los vuelos de deportación se extendió a las redes sociales el domingo, amenazando la otrora estrecha relación entre Estados Unidos y Colombia y exponiendo aún más la ansiedad que muchos sienten en Latinoamérica hacia una segunda presidencia de Trump.
Enfadado por la forma en que los deportados estaban siendo devueltos con las manos atadas a bordo de vuelos militares, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, devolvió dos de los vuelos que ya estaban en el aire y se dirigían a la nación sudamericana, cogiendo por sorpresa a la istración Trump.
En varios posts en X, anunció que bloqueaba los vuelos militares estadounidenses de deportación. Posteriormente, Petro dirigió un post al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, advirtiendo de: “Jamás permitiré que traigan colombianos esposados en vuelos. Marco, si funcionarios de la Cancillería permitieran esto, nunca sería bajo mi dirección”. Fue una posición audaz; y de la que pronto se vería obligado a retractarse.
La repentina fractura entre Estados Unidos y Colombia, que durante mucho tiempo fue uno de los principales receptores de ayuda militar estadounidense y hasta ahora había aceptado vuelos de deportación, impactó de inmediato a una región que lucha por definir cómo responder al nuevo presidente de Estados Unidos.
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